Espondiloartritis anquilosante
Infórmate sobre esta enfermedad inflamatoria, que puede causar que algunas de las vértebras de la columna vertebral se fusionen con el tiempo.
Descripción general
La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria que, con el tiempo, puede hacer que algunos de los huesos de la espina dorsal (vértebras) se fusionen. Esta fusión hace que la espina dorsal sea menos flexible y puede generar una postura encorvada. Si las costillas están afectadas, puede ser difícil respirar hondo.
Los signos y síntomas generalmente comienzan en la edad adulta temprana. La inflamación también puede producirse en otras partes del cuerpo, sobre todo en los ojos.
No existe cura para la espondilitis anquilosante, pero los tratamientos pueden disminuir los síntomas y posiblemente hacer más lenta la evolución de la enfermedad.
Síntomas
Los primeros signos y síntomas de la espondilitis anquilosante pueden incluir dolor y rigidez en la región lumbar y las caderas, en particular por la mañana y después de períodos de inactividad. El dolor en el cuello y el cansancio también son comunes. Con el tiempo, los síntomas pueden empeorar, mejorar o detenerse a intervalos irregulares.
Las áreas más comúnmente afectadas son las siguientes:
- La articulación entre la base de la columna vertebral y la pelvis
- Las vértebras de la región lumbar
- Los lugares donde los tendones y ligamentos se unen a los huesos, principalmente en la columna vertebral, pero a veces a lo largo de la parte posterior del talón
- El cartílago entre el esternón y las costillas
- Las articulaciones de la cadera y los hombros
Cuándo consultar al médico
Busca atención médica si tienes dolor en la parte baja de la espalda o en los glúteos que aparece lentamente, es más intenso durante la mañana o te despierta del sueño en la segunda mitad de la noche, especialmente si este dolor mejora con el ejercicio y empeora con el descanso. Consulta a un oculista inmediatamente si presentas un ojo rojo doloroso, alta sensibilidad a la luz o visión borrosa.
Causas
La espondilitis anquilosante no tiene una causa específica conocida, aunque los factores genéticos parecen desempeñar una función. En particular, las personas que tienen un gen llamado HLA-B27 tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar espondilitis anquilosante. Sin embargo, solo algunas personas con el gen desarrollan la afección.
Factores de riesgo
Por lo general, aparece al final de la adolescencia o al comienzo de la adultez. La mayoría de las personas que tienen espondilitis anquilosante tiene el gen HLA-B27. Sin embargo, muchas de las personas que tienen este gen nunca desarrollan espondilitis anquilosante.
Complicaciones
En la espondilitis anquilosante grave, se forma hueso nuevo como parte del intento del cuerpo de sanar. Este nuevo hueso acorta progresivamente la distancia entre las vértebras y, con el tiempo, fusiona partes de estas. Esas partes de la columna vertebral se vuelven rígidas e inflexibles. La fusión también puede endurecer la caja torácica y restringir la capacidad y función pulmonares.
Otras posibles complicaciones incluyen las siguientes:
- Inflamación ocular (uveítis). La uveítis es una de las complicaciones más frecuentes de la espondilitis anquilosante; puede causar dolor ocular de rápida aparición, sensibilidad a la luz y visión borrosa. Consulta de inmediato con el médico si tienes estos síntomas.
- Fracturas por compresión. Los huesos de algunas personas se debilitan durante las etapas tempranas de la espondilitis anquilosante. Las vértebras debilitadas pueden dañarse, lo que aumenta la gravedad de una postura encorvada. Las fracturas vertebrales pueden ejercer presión, y posiblemente provocar daño, en la médula espinal y los nervios que pasan a través de la columna vertebral.
- Problemas cardíacos. La espondilitis anquilosante puede causar problemas en la aorta, la arteria más grande del cuerpo. La aorta inflamada puede agrandarse hasta el punto en que distorsiona la forma de la válvula aórtica del corazón, lo cual afecta su función. La inflamación asociada a la espondilitis anquilosante aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca en general.
Diagnóstico
Durante el examen físico, el proveedor de atención médica puede pedirte que te inclines en diferentes direcciones para evaluar la amplitud de movimiento de la columna vertebral. El proveedor de atención médica puede intentar reproducir el dolor presionando sobre partes específicas de tu pelvis o moviendo tus piernas para ponerlas en una posición en particular. También puede pedirte que respires profundo para corroborar si tienes dificultad para expandir el pecho.
Pruebas de diagnóstico por imágenes
Las radiografías permiten que los médicos detecten cambios en las articulaciones y huesos, aunque los signos visibles de la espondilitis anquilosante pueden no manifestarse al principio de la enfermedad.
Una resonancia magnética usa ondas de radio y un campo magnético potente para brindar imágenes más detalladas de los huesos y los tejidos blandos. Las imágenes por resonancia magnética pueden revelar evidencia de la espondilitis anquilosante al principio de la enfermedad, pero son mucho más costosas.
Análisis de laboratorio
No existen análisis de laboratorio específicos para identificar la espondilitis anquilosante. Ciertos análisis de sangre pueden detectar la presencia de marcadores de inflamación, pero esta puede ser causada por muchos problemas de salud diferentes.
Se puede analizar la sangre para detectar el gen HLA-B27. Sin embargo, muchas personas con ese gen no tienen espondilitis anquilosante, y se puede sufrir la enfermedad sin tener el gen.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es aliviar el dolor y la rigidez, y prevenir o retrasar las complicaciones y la deformidad de la columna vertebral. El tratamiento de la espondilitis anquilosante es más exitoso antes de que la enfermedad cause daño irreversible.
Medicamentos
Los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el naproxeno (Aleve, Naprosyn, otros) y el ibuprofeno (Advil, Motrin IB, otros), son los medicamentos que los médicos usan más comúnmente para tratar la espondilitis anquilosante. Estos medicamentos pueden aliviar la inflamación, el dolor y la rigidez, pero también pueden causar sangrado gastrointestinal.
Si los antiinflamatorios no esteroides no son útiles, el médico podría sugerirte que comiences con un bloqueador del factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés) o un inhibidor de la interleucina-17 (IL-17). Estos medicamentos se inyectan debajo de la piel o a través de una vía intravenosa. Estos tipos de medicamentos pueden reactivar la tuberculosis no tratada y hacerte más propenso a infecciones.
Algunos ejemplos de factor de necrosis tumoral incluyen los siguientes:
- Adalimumab (Humira)
- Certolizumab pegol (Cimzia)
- Etanercept (Enbrel)
- Golimumab (Simponi)
- Infliximab (Remicade)
Los inhibidores de la Interleucina-17 que se usan para tratar la espondilitis anquilosante incluyen secukinumab (Cosentyx) e ixekizumab (Taltz).
Terapia
La fisioterapia es una parte importante del tratamiento y puede proporcionar una serie de beneficios, desde el alivio del dolor hasta la mejora de la fuerza y la flexibilidad. Un fisioterapeuta puede diseñar ejercicios específicos para tus necesidades. Para ayudar a mantener una buena postura, te pueden enseñar lo siguiente:
- Ejercicios de amplitud de movimiento y de estiramiento
- Ejercicios de fortalecimiento para los músculos abdominales y de la espalda
- Posiciones adecuadas para dormir y caminar
Cirugía
La mayoría de las personas con espondilitis anquilosante no necesitan cirugía. Se puede recomendar la cirugía si tienes dolor intenso o si una articulación de la cadera está tan dañada que debe reemplazarse.
Autocuidados
Las elecciones de estilo de vida también pueden ayudar a controlar la espondilitis anquilosante.
- Haz actividad física. El ejercicio puede ayudar a aliviar el dolor, mantener la flexibilidad y mejorar la postura.
- No fumes. Si fumas, deja de hacerlo. Por lo general, el hábito de fumar es malo para la salud, pero genera problemas adicionales para las personas que tienen espondilitis anquilosante, incluida una mayor obstaculización de la respiración.
- Practica la buena postura. Practicar pararte derecho frente a un espejo puede ayudarte a evitar algunos de los problemas asociados a la espondilitis anquilosante.
Estrategias de afrontamiento y apoyo
El curso de tu afección puede cambiar con el tiempo, y podrías tener episodios dolorosos y periodos de menos dolor a lo largo de tu vida. Pero la mayoría de las personas son capaces de llevar una vida productiva a pesar del diagnóstico de espondilitis anquilosante.
Es posible que desees unirte a un grupo de apoyo en línea o presencial de personas con esta afección para compartir experiencias y apoyo.
Preparación para la consulta
Podrías consultar primero por tus síntomas a tu médico de cabecera. El médico de cabecera podría derivarte a otro que se especialice en el tratamiento de trastornos inflamatorios (reumatólogo).
A continuación, encontrarás información útil para prepararte para la consulta:
Qué puedes hacer
Prepara una lista de lo siguiente:
- Los síntomas, incluso los que parezcan no estar relacionados con el motivo por el que solicitaste la cita médica, y cuándo comenzaron
- Información personal clave, que incluye situaciones de estrés importantes, cambios recientes en tu vida y antecedentes médicos familiares
- Todos los medicamentos, vitaminas y otros suplementos que tomes y las dosis
- Preguntas para hacerle al médico
Si es posible, pídele a un familiar o a un amigo que te acompañe para que te ayude a recordar la información que recibas.
Para la espondilitis anquilosante, las preguntas básicas para hacerle al médico incluyen las siguientes:
- ¿Qué puede ser la causa de mis síntomas?
- Además de la causa más probable, ¿cuáles son otras causas posibles de mis síntomas?
- ¿Qué pruebas necesito hacerme?
- ¿Es probable que mi afección sea temporal o crónica?
- ¿Cuál es el mejor plan de acción?
- ¿Cuáles son las alternativas al enfoque principal que me indica?
- Tengo otras afecciones médicas. ¿Cómo puedo controlarlas de manera conjunta?
- ¿Hay alguna restricción que deba seguir?
- ¿Debería consultar con un especialista?
- ¿Hay folletos u otro material impreso que pueda llevarme? ¿Qué sitios web me recomienda?
Qué esperar del médico
Es probable que el médico te haga preguntas, por ejemplo:
- ¿Dónde te duele?
- ¿Qué tan intenso es el dolor?
- ¿Los síntomas han sido continuos o aislados?
- ¿Existe algo que, al parecer, esté empeorando o mejorando los síntomas?
- ¿Has tomado medicamentos para aliviar el dolor? ¿Qué fue lo que más te ayudó?
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